Este 28 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis. La efeméride, promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), permite valorar el progreso logrado en la lucha contra la enfermedad en América Latina. Pero también, en sintonía con el lema 2023, resulta una excelente oportunidad para pedir por una ampliación en el acceso al diagnóstico y tratamiento de las hepatitis virales B y C.

Latinoamérica se encuentra en medio de una carrera global propuesta por la OMS. La meta para 2030 es la eliminación de las hepatitis virales de la lista de problemas de salud pública. Para tal fin, la región ha incrementado la disponibilidad de vacunas para la hepatitis B y ha mejorado el acceso a pruebas serológicas para detección de la infección. Pero persisten dificultades en la realización de exámenes más avanzados que permiten respaldar la decisión y el monitoreo del tratamiento. Por otro lado, la provisión de antivirales de acción directa para el tratamiento de la hepatitis C resulta aún muy limitada en la región.

Eligiendo sabiamente en el control de la hepatitis viral

Existe consenso en que la eliminación de la hepatitis viral es algo posible. Las estrategias propuestas para el control de la infección por el virus de la hepatitis B incluyen: la vacunación universal, el tamizaje de la infección en grupos de riesgo y embarazadas y el empleo de fármacos análogos de nucleósidos y nucleótidos. En la hepatitis C lo que las guías sugieren es el tamizaje universal por única vez en población adulta y el seguimiento posterior según factores de riesgo. Además, el empleo de los citados antivirales de acción directa cuenta aquí con recomendación.

Pero en el contexto latinoamericano, caracterizado generalmente por escasez de recursos, se impone la necesidad de un uso racional de las estrategias diagnósticas y terapéuticas. Para tal fin, resulta de utilidad identificar prácticas que no aportan beneficios a los pacientes y no hacen otra cosa que incrementar el gasto en salud. La estrategia Choosing Wisely (Elige sabiamente) nace en 2012 en los Estados Unidos y parte desde esa premisa. Su empleo se ha generalizado y ha llegado a América Latina. Este año, en la revista Annals of Hepatology, un grupo de investigadores brasileños y argentinos, publicó cinco acciones que creen es mejor no realizar en pacientes con hepatitis virales. El listado, especialmente pensado para la región, es el siguiente:

1) No se debe solicitar la detección de anticuerpos contra el virus de la hepatitis C luego de obtenida la respuesta virológica sostenida.
2) No es recomendable pedir cargas virales seriadas para evaluar la progresión de la hepatitis C.
3) No agregar ribavirina al tratamiento en pacientes naive con hepatitis C no cirrótica.
4) No se debe buscar la presencia de carcinoma hepatocelular en pacientes con hepatitis C y ausencia de fibrosis o fibrosis moderada (≤ F2).
5) No realizar serología anti-HBs después de la vacunación antihepatitis B. Excepto que se trate de: niños nacidos de madres infectadas por el virus de la hepatitis b, pacientes en terapia de reemplazo renal, personal de salud, contactos sexuales de portadores crónicos, sujetos con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, o personas con inmunodepresión.

Menos puede ser más

En el artículo se menciona que la adopción de las recomendaciones podría ser de utilidad para cumplir con el objetivo planteado por la OMS. Consideran que son de ayuda no solo para hepatólogos y médicos de enfermedades infecciosas, sino también para médicos generales de atención primaria. Esperan que a todos les permita adoptar un enfoque más racional y rentable a la hora de manejar pacientes con hepatitis viral. “Estas recomendaciones demuestran cómo, a veces, el uso excesivo de los recursos encarece, confunde, ralentiza y conduce a decisiones equivocadas. A veces, menos es más”, comentan los autores del trabajo