Un reciente estudio determinó una baja adherencia a recomendaciones útiles antes y despúes de las endoscopías digestivas.
Hace poco más de un año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia pública debido a un brote de casos de neumonía en China. La historia escrita por el virus SARS-CoV-2 ya es conocida. La pandemia causada por la COVID-19 ha modificado los protocolos en todos los ámbitos. Los procedimientos diagnósticos en centros sanitarios no han sido la excepción.
Algunas asociaciones médicas han brindado recomendaciones para realizar endoscopías digestivas más seguras. Un estudio reciente indagó, en Latinoamérica, acerca de la adherencia a esas pautas. Se encontró con que muchas de las propuestas a las cuales acudir anterior o posteriormente al procedimiento no se cumplen de manera satisfactoria.
El dato surge de un estudio publicado recientemente en la revista BMJ Open Gastroenterology. El autor principal es el médico gastroenterólogo Enrique Murcio Pérez (integrante del departamento de endoscopía del Hospital de Especialidades Centro Médico Nacional Siglo XXI, en México). Para recabar información, los investigadores se valieron de una encuesta diseñada por ellos mismos. Fue administrada por correo electrónico a médicos endoscopistas de algunos países de América Latina durante los meses de mayo y junio de 2020. La herramienta incluyó 43 preguntas que indagaban acerca del antes, el durante y el después de los procedimientos endoscópicos. Permitía medir el grado de adherencia a algunas recomendaciones vertidas por entidades tales como la Sociedad Europea de Endoscopía Gastrointestinal.
Alrededor de 338 endoscopistas de 15 países de la región decidieron enviar sus respuestas. La mayoría se encuentran nucleados en instituciones científicas, como la Asociación Mexicana de Endoscopía Gastrointestinal o la Sociedad Interamericana de Endoscopía Digestiva.
Los países desde donde se obtuvieron un número más elevado de respuestas fueron México y Brasil. El 71% de los encuestados se desempeñaba en centros que alojaban a pacientes hospitalizados por la COVID-19. Ese mismo porcentaje refirió haber recibido un plan escrito acerca del manejo de los pacientes en las unidades de endoscopía.
Durante la pandemia por la COVID-19, a las endoscopías digestivas se las considera una práctica de alto riesgo. Esto es debido, fundamentalmente, a la formación de aerosoles. A pesar de ello, en líneas generales, se evidenció un déficit en la adherencia a medidas pensadas para realizar previamente al procedimiento.
En el paciente no se fomentó, de manera satisfactoria, una adecuada higiene de manos previa. Tampoco se le facilitaron barbijos quirúrgicos para una mayor seguridad. En su mayoría, los profesionales no tuvieron entrenamiento acerca del uso de los distintos elementos del equipo de protección personal (EPP). Tampoco tenían un área específica destinada para la colocación o remoción de esos elementos.
Estas situaciones incrementan de manera marcada la posibilidad de infecciones por el virus SARS-CoV-2.
Durante las endoscopías digestivas, afortunadamente, se detectó un mayor cumplimiento de las recomendaciones. Gran parte de los procedimientos solo fueron realizados en el contexto de una emergencia médica. El 83% refirió haber contado con todos los elementos del EPP. Aunque en solo el 40% del tiempo dichos elementos fueron provistos por el centro en donde se desempeñaban los profesionales. El listado de elementos faltantes fue liderado por las gafas, los barbijos N95 y las mascarillas faciales, que eran aportados por el mismo endoscopista.
En el transcurso de una colonoscopía, el virus SARS-CoV-2 puede ser transmitido por vía fecal-oral. Al momento de realizar una endoscopía digestiva, diversas entidades científicas han establecido como fundamental la disponibilidad de un EPP completo.
Según los resultados del estudio, una vez finalizado el procedimiento, tampoco se detectó una buena adherencia en las sugerencias consideradas útiles. No se contactó, masivamente, a los pacientes en los días subsiguientes con la finalidad de averiguar acerca de la presencia de un cuadro clínico compatible con la COVID-19.
Otro hallazgo notorio fue la reutilización frecuente por parte del mismo operador de algunos elementos del EPP, tales como los barbijos N95 o las gafas. Dichos elementos están diseñados, habitualmente, para un solo uso. Un estudio determinó que, cuando existe reutilización del EPP, el riesgo de obtener resultados positivos de COVID-19 se incrementa en un 46%.
Las falencias consignadas incluyen también estrategias simples y accesibles, económicamente, para minimizar el riesgo de contagio. Un llamado telefónico, horas previas al procedimiento, puede ser de utilidad para evitar la llegada de pacientes con síntomas de la COVID-19 a la sala de endoscopías digestivas. Pero, en solamente el 53% de los procedimientos se realizaron llamadas.
A pesar de ello, al momento del estudio el 1.8% de los encuestados reportó haber sufrido la COVID-19. Se trata de una tasa baja, si se tiene en cuenta que en algunos países de América Latina el 20% de los casos se registraron en trabajadores de la salud. Los autores del trabajo adjudican dicho dato a la correcta selección de pacientes (hacer menos endoscopías y solo para casos urgentes) y al empleo de los EPP.
Además, consideran que la mejor adherencia observada durante los procedimiento podría deberse exclusivamente al endoscopista, en el momento en que tiene mayor injerencia. El período previo y posterior al procedimiento suele depender de los lineamientos del centro en donde se desempeña.
Finalmente, ven como necesario una mayor participación del profesional en el monitoreo y refuerzo de la medidas anteriores y posteriores al procedimiento, con la finalidad de lograr una mayor seguridad a la hora de realizar una endoscopía digestiva.
Medpagetoday.com CDC
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