¿Qué señales debe tener en cuenta todo profesional al respecto?
A nivel mundial, 34 millones de niños padecen alguna pérdida de la audición que requiere rehabilitación. Según datos del Hospital Garragham de Buenos Aires, el 80% de las niñas y niños con problemas de hipoacusia puede corregir su audición con la utilización de audífonos si el problema es detectado y tratado a tiempo.
La primera evaluación auditiva debe realizarse cuando la niña o niño es recién nacido, en la institución donde se produjo el nacimiento. En Argentina, esta evaluación es un derecho garantizado, desde 2010, por la ley 25.415.
En ese país, la hipoacusia afecta a entre 700 y 2.100 niños al año. Asimismo, la discapacidad auditiva constituye el 18% del total de discapacidades. Dentro de ese porcentaje, un 86,6% corresponde a dificultad auditiva y un 13, 4%, a sordera.
En un texto publicado en la revista española Pediatría integral se expresa que los problemas auditivos no solo repercuten en el niño o niña a nivel orgánico, sino también psicológicamente. “Cuando la sordera es profunda, bilateral y de inicio temprano, la falta de tratamiento puede llevar a la instauración de un amplio síndrome psicosocial, con problemas psicoafectivos derivados del aislamiento, alteraciones del comportamiento, falta de desarrollo intelectual y dificultades en la integración social”, subrayan los autores del artículo.
Por ello, es importante cumplir con los estudios de otoemisiones acústicas a recién nacidos y antes del ingreso escolar, con el fin de detectar problemas auditivos y poder corregirlos. Y, en esta labor, el o la profesional de pediatría tiene un rol fundamental.
Para la Asociación Vasca de Pediatría existen una serie de lineamientos que todo/a pediatra debe proseguir, en caso de sospecha de hipoacusia:
En el artículo publicado en la revista Pediatría Integral y que ya fue mencionado en párrafos anteriores, se establecen ciertos criterios para solicitar una valoración audiológica a un/a profesional en otorrinolaringología cuando el niño/a presenta ciertas dificultades en el habla, en distintas etapas del proceso de crecimiento, a saber:
El o la pediatra debe sospechar hipoacusia y hacer seguimiento si el paciente tiene antecedentes de otitis media aguda (OMA) u otitis media serosa (OMS). También, si presenta factores de riesgo asociados a pérdida auditiva neurosensorial tardía.
Otra señal de alarma es si el niño a niña habla con voz excesivamente suave o fuerte o si, a los 6 años, presenta problemas de pronunciación y retraso en la adquisición del lenguaje.
En niños/as más pequeños/as se debe tener en cuenta si el/la paciente presenta OMA con mareo o vértigo. Asimismo, si se le ha diagnosticado hipoacusia de forma repetida por audiometría y/o audioscope por encima de los 40 decibeles, sobre todo en frecuencias de 1000-2000-4000 Hz.
El/la profesional pediátrico/a debe realizar un especial seguimiento a niños/as con estos antecedentes:
Además, es importante tener en cuenta si su madre, durante el embarazo, atravesó infecciones intrauterinas como citomegalovirus, herpes, rubéola, sífilis y toxoplasmosis.
Hospital Garragham. Revista española Pediatría integral. Asociación Vasca de Pediatría.
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