El mayor conocimiento acerca de la regulación que ejerce el metabolismo en la respuesta inmune despierta grandes expectativas. La investigación en el área, ahora denominada inmunometabolismo, procura dar con estrategias no farmacológicas que sirvan como complemento en el tratamiento de diversas enfermedades. Debido al impacto que presentan sobre el metabolismo, tanto el entrenamiento físico como la dieta han sido los factores más explorados a la hora de detectar cambios en la inflamación sistémica y la función inmune.

Un reciente estudio suma nuevas evidencias para el tratamiento de la artritis reumatoide (AR). Encuentra que la adopción de una dieta mediterránea (DM) o la puesta en marcha de un programa de ejercicio dinámico (PED) desencadena en mujeres con dicha patología reducciones en la concentraciones séricas de citoquinas proinflamatorias. Además, la citada pauta nutricional se relaciona con un incremento en los niveles de algunas citoquinas antiinflamatorias circulantes.

Inmunometabolismo: hallazgos desde México

La evidencia surge de un trabajo publicado recientemente en la revista Frontiers in nutrition y lleva la firma en primer término de Mariel Lozada Mellado, investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (México). Consistió en el análisis secundario de 90 mujeres adultas ingresadas en un ensayo clínico randomizado, realizado con anterioridad en dicho centro durante el período 2016-2019.

Todas tenían diagnóstico de AR según criterios de clasificación EULAR/ACR 2010, además de un bajo nivel de actividad de la enfermedad (DAS 28 <3,2) y clase funcional entre I y III. Pero no presentaban patologías asociadas, tales como insuficiencia cardiaca crónica, enfermedad renal, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana u otra enfermedad de tipo autoinmune. La edad y el índice de masa corporal promedio de las participantes era respectivamente de 46 años y 25,8 kg/m². Por último, ninguna recibía agentes biológicos al momento del ingreso en la investigación.

Alrededor de 30 participantes recibieron como intervención una DM, con aceite de oliva como principal fuente lipídica. Otras 30 mujeres en cambio ingresaron en un PED supervisado por kinesiólogos (48 sesiones de 80 a 90 minutos, dos veces por semana). Las restantes oficiaron de controles y solo se les ofreció recomendaciones para realizar actividad física, además de información nutricional básica.

Modificando la respuesta inflamatoria en artritis reumatoide

Luego de seis meses de seguimiento ambas intervenciones disminuyeron las concentraciones séricas de citoquinas proinflamatorias tales como: TNF-α (PED, -12, 3; DM, -13,3; control, 73,2; p: 0,01), TNF-β (PED,-67,4; DM, -54,9; control, 0; p: 0,04), e IL-6 (PED, -19,9; DM,-37,7; control, 45,5; p: 0,04) En cambio los niveles en sangre de moléculas antiinflamatorias, tales como IL-1Ra, solo se incrementaron en el grupo con DM.

“Los resultados sugieren que estas intervenciones de inmunometabolismo pueden mediar la respuesta inflamatoria en pacientes con AR”, comenta en el artículo Lozada Mellado. Aunque aclara que la ausencia de efecto antiinflamatorio observada con el PED entra en conflicto con investigaciones previas en donde si se ha demostrado algún impacto. Nuevos ensayos clínicos deberán confirmar lo observado. “Nuestra hipótesis es que se requiere un período mayor de entrenamiento físico para lograr un incremento en los niveles de citoquinas antiinflamatorias”, arriesga la autora.