Un artículo científico aporta novedades en cuanto a la edición genética para el tratamiento de una patología hepática.
El año pasado se conocieron los resultados de un estudio realizado con las tijeras del genoma CRISPR. Se trató de un ensayo clínico que expresó que las células inmunitarias, editadas con CRISPR, luego de ser introducidas en tres pacientes con cáncer avanzado, pudieron persistir, prosperar y funcionar. Los resultados de este ensayo demostraron que la edición genética con CRISPR era segura y factible, lo cual hasta ese momento no había podido comprobarse. Un nuevo estudio, recientemente destacado en la revista Science, sigue la misma tendencia.
Un grupo de investigadores inyectó un fármaco CRISPR en la sangre de personas que nacieron con una patología que causa deficiencias nerviosas y cardíacas. Los especialistas pudieron comprobar que, en tres de ellas, casi se interrumpió la producción de proteínas tóxicas en el hígado.
Aunque es demasiado pronto para saber si el tratamiento con CRISPR aliviará los síntomas de la enfermedad, conocida como amiloidosis por transtiretina, los datos preliminares generan entusiasmo entre las y los científicos.
El ensayo clínico CRISPR tuvo como objetivo desactivar un gen mutado que hace que las células del hígado produzcan formas mal plegadas de una proteína llamada transtiretina (TTR), que se acumula en los nervios y el corazón y provoca dolor, entumecimiento y enfermedades cardíacas. La condición resultante es relativamente rara y un medicamento aprobado, Patisiran, puede estabilizarla.
Pero los investigadores de la biotecnología Regeneron Pharmaceuticals y la startup Intellia Therapeutics la vieron como una buena prueba para el tratamiento con CRISPR inyectable que estaban desarrollando.
El año pasado, los mismos investigadores utilizaron CRISPR para activar una forma fetal de hemoglobina. El fin era corregir la anemia de células falciformes en varias personas. El tratamiento requería extraer las células madre enfermas de la sangre de un paciente. Luego, modificarlas con CRISPR en un plato y después infundirlas nuevamente en el cuerpo del paciente.
En el ensayo CRISPR, a cuatro varones y dos mujeres con amiloidosis por transtiretina, de entre 46 y 64 años, se les inyectó una partícula lipídica que transportaba dos ARN diferentes: un ARNm que codifica la proteína Cas, el componente CRISPR que corta el ADN; y un ARN guía para dirigirlo al gen de la proteína TTR.
Después de que Cas hace su corte, la maquinaria de reparación del ADN de la célula cura la ruptura y anula la actividad del gen.
Luego de 28 días, tres varones que recibieron la mayor de dos dosis del tratamiento tuvieron una caída del 80% al 96% en los niveles de TTR, a la par o mejor que el promedio de 81% conseguido con Patisiran.
Aunque los pacientes que reciben el tratamiento CRISPR pueden tardar meses en ver que sus síntomas disminuyen, informaron pocos efectos secundarios a corto plazo.
No obstante, los problemas podrían surgir con el tiempo, ya que CRISPR podría hacer cortes en la ubicación incorrecta del ADN (y en células que no son del hígado), desencadenando cáncer u otros problemas.
Pero el enfoque de ARNm encerrado en lípidos es potencialmente más seguro que usar virus para transportar instrucciones genéticas para codificar una proteína de edición y guiar el ARN hacia las células.
El estudio allana el camino para el tratamiento de otras enfermedades hepáticas con CRISPR. Ya sea eliminando un gen o, lo que es más difícil, modificándolo con la ayuda de una plantilla de ADN. El último enfoque también podría usarse para convertir el hígado en una fábrica para producir una enzima necesaria en otras partes del cuerpo.
Los investigadores también están llevando a cabo un ensayo que prueba una inyección directa de un virus que codifica los componentes de CRISPR en el ojo. El objetivo era de tratar una afección que causa ceguera.
Para tratar otras enfermedades, los especialistas creen que se deberían inyectar los componentes de CRISPR, o las instrucciones genéticas para ellos, en la sangre. En este sentido, la capacidad del hígado de absorber partículas extrañas, que fue lo que permitió que se concretara la edición genética, no la presentan otros órganos. Por eso, hacer que la terapia se dirija a un órgano o tejido específico, a través del torrente sanguíneo, constituye un difícil desafío sobre el que los investigadores están trabajando.
Science
BBC
Agencia SINC
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